Bill Murray

William James Murray nació en 1950, siendo el quinto de los nueve hijos que tuvieron Edward y Lucille Murray. Estudió en un colegio jesuíta, practicó varios deportes e hizo sus pinitos como actor. Luego emigró a Denver para estudiar medicina, pero abandonó tras ser arrestado por posesión de marihuana. Entonces probó suerte en la radio y fue miembro de un programa en el que intervenían Dan Aykroyd, Gilda Radner y John Belushi. Además, se convirtió en un habitual del Saturday Night Live.

Su primera película destacada llegó en 1979, cuando lideró a Los incorregibles albóndigas. En seguida destacó como humorista y se encasilló con films como El club de los chalados o El pelotón chiflado. A mediados de los '80 se hizo muy popular como uno de los Cazafantasmas, interpretando un papel que en principio estaba reservado para John Belushi.

Bill refinó un poco su humor para adaptarse a otros roles que combinasen la comedia, el drama o el romance. Hizo buenos trabajos en Los fantasmas atacan al jefe (1989) y El día de la marmota (1993). Pero el cambio radical lo daría con el nuevo siglo. Se convirtió definitivamente en un cínico de la vida con Sofia Coppola, que le escribió el maravilloso papel de Lost in translation (2003), por el que fue nominado al Oscar al mejor actor. Jim Jarmusch le dirigió poco después en Flores rotas y Wes Anderson hizo lo propio en la surrealista Life Aquatic with Steve Zissou.

Tras estos intensos trabajos, Murray decidió tomarse un descanso y apenas ha trabajado desde entonces. De hecho, rechazó el papel que acabó encarnando Steve Carell en Pequeña Miss Sunshine. Bill ha estado casado dos veces, tiene 6 hijos y es un fan incondicional de los equipos de fútbol y beisbol de Chigaco. Pero también es una 'rara avis' en la industria hollywoodiense, puesto que no tiene agente, ni manager, ni publicista, ni abogado, ni asesor de imagen. Mientras pueda valerse por sí mismo, prefiere ser independiente.