Eduardo Fajardo

Actor con más de 180 películas a sus espaldas, inició su carrera como actor de doblaje, pasando entontes a la interpretación tanto en España como en México. Más adelante se interesó por el teatro, llegando a dirigir algunas obras.

Durante el año 1924, un recién nacido Eduardo Fajardo es trasladado por sus padres a la riojana localidad de Haro, donde transcurre felizmente su infancia. Ya entrado en la pubertad, se muda a Santander para cursar los estudios de Bachillerato, completando al cabo de los años, concretamente en 1945, una formación académica en leyes que, curiosamente, nunca llegó a ejercer.

Se tiene conocimiento de sus primeros escarceos con la interpretación a través de trabajos de doblaje repartidos del año 1942 hasta 1946. Contando con un tono de voz muy grave, su primer trabajo fue doblar a Charles Boyer en Cena de Medianoche.

Corre el año 1947 cuando firma un contrato de exclusividad con los estudios Cifesa. Como suele ocurrir en los inicios, trabaja discretamente como actor secundario en las películas de la productora, pero no llega a alcanzar papeles relevantes hasta pasados unos años.

En busca de oportunidades se traslada a México en 1953, donde participa en toda suerte de proyectos cinematográficos y televisivos tales como Tehuantepec, realizado en 1954. Años más tarde regresa a España, donde se ve abrumado por un aluvión de proyectos. La mayoría de ellos pertenecían al floreciente género del Spaghetti Western, donde solía interpretar a la antítesis del protagonista, como en El séptimo de caballería, rodada en 1965.

Ya hacia al final de su carrera interpretativa, Eduardo se divide entre el cine, el doblaje, la televisión y el teatro, siendo este último el refugio donde pasó de interpretar papeles a dirigir a los actores.

Desde 2002 está a cargo del proyecto 'Teatro sin Barreras', con el que pretende acercar las artes interpretativas al mayor número de discapacitados posible.

Aunque goza de un buen estado de salud, actualmente está retirado pero se deja ver en los círculos de la profesión.

La vida de este gran actor pudo haberse marcado por el ejercicio de alguna profesión relacionada con la legislación, pero prefirió decantarse por las artes. Nos es imposible imaginar cómo habría sido el cine español y mexicano sin contar con este prolífico titán de la interpretación.