George A. Romero

Nada más leer el nombre de este mítico director del cine de terror, nos asaltan dos preguntas. Primero, ¿qué significa la A? Pues Andrew, que es el nombre que acompaña a George. Y segundo, ¿cómo un hombre nacido en Nueva York tiene ese apellido? Pues porque tiene antepasados españoles; gallegos, para ser más exactos.

Por si algo es conocido George A. Romero es por haber rodado una de las mejores películas de terror de la historia del cine: La noche de los muertos vivientes (1968). Con menos de cien mil dólares de presupuesto, Romero creó una obra imperecedera que reflexionaba sobre la propia condición humana e incluía elementos gore que fueron muy comentados en la época.

Sin embargo, también es cierto que Romero nunca volvió a recuperar el nivel exhibido en aquel film, y que durante años ha vivido de explotar aquella original idea. Nunca ha perdido su legión de fans, pero sí el respeto de la crítica y de las productoras, que le han marginado en ocasiones. Y sus intentos de hacer cine comercial al estilo Hollywood, como Creepshow (1982), no han sido demasiado satisfactorios.

Pese a todo, Romero ha recuperado parte del crédito en el siglo XXI con su Diario de los muertos (2007), donde ha vuelto a hacer una crítica velada sobre la sociedad actual, los medios de comunicación y la hipocresía de las personas a nivel individual. La película le ha hecho recuperar comentarios favorables que seguramente no escuchaba desde Atracción diabólica (1988), triunfadora del Festival de Sitges.

Curiosamente, los directores favoritos de Romero no se dedicaron a hacer terror: Orson Welles y Howard Hawks. Un poco por debajo se situaría el mago del suspense, Alfred Hitchcock. Actualmente, Romero pasa la mayor parte del tiempo en su casa de Toronto, Canadá, en compañía de su segunda esposa, Christine Forrest.