Jack Palance

Jack Palance fue un actor estadounidense que a lo largo de su carrera llegó a ganar los premios más prestigiosos: el Oscar y el Globo de Oro. Este intérprete, cuyo nombre real era Vladymir Ivanovich Palahniuk, pasó a la historia del cine mundial gracias a sus estallares actuaciones en papeles de tipo duro o psicópatas.

Jack Palance era hijo de inmigrantes ucranianos. Su corpulencia natural y orígenes humildes hicie-ron que desde pronto tuviera que ganarse la vida y realizar su aportación a la maltrecha economía familiar. Fue limpiabotas y minero. Después salvavidas. Más tarde boxeador y soldado. Y, por fin, actor.

Como muchos otros compañeros de profesión, entró en el cine de rebote. En esta ocasión, sus anchas espaldas hicieron que Jack Palance fuera requerido para reemplazar a Anthony Quinn y a Marlon Brando en ‘Un tranvía llamado deseo’, de Elia Kazan, cuando estos se encontraron indis-puestos.

Este director sería también quien le daría la oportunidad de su vida en ‘Pánico en las calles’; la cinta que convertiría a Jack Palance en una estrella.

Era el malo entre los malos. El intérprete masculino de la época con el semblante más inquebrantable. Aquel cuyo rostro era capaz de mostrar la mayor de las crueldades y las expresiones del amplio repertorio de asesinos y locos a los que dio vida en más de ochenta películas.

Algo tuvieron que ver en este “modelado” los golpes que recibió durante su época como boxeador. Aunque pocos le vencieron, fue inevitable que los puñetazos de sus contrincantes desfiguraran su rostro. Asimismo, durante su participación en la Segunda Guerra Mundial su cara volvió a dañarse tras estallar en el aire el bombardero en el que viajaba. Los daños le llevaron a ser operado varias veces.

Tras recuperarse, decidió formarse como dramaturgo y el resto ya vino solo. Conocer a Elia Kazan y participar en los rodajes de cintas como ‘Arrowhead’, ‘Man in the Attick’, ‘Raíces profundas’, ‘Sign of the Pagan’, ‘The Big Knife’ o ‘Alicia a través del espejo’, de corte infantil.

Sufrió en sus carnes uno de los encasillamientos que más se recuerdan en la historia del cine, por lo que Jack Palance decidió dar la espalda a Hollywood y mirar hacia Europa, donde trabajó junto a Heisler o Jean-Luc Godard, además de continuar haciendo lo que mejor sabía hacer: de villano.

De sus últimas actuaciones destacan películas como ‘Bagdad Café’, ‘Batman’ o, entre otras, ‘Cow-boys de ciudad’, por la que obtuvo el Oscar a mejor actor de reparto en 1991.

A lo largo de su vida escribió también un libro de poesía y aprendió a hablar seis idiomas: ucraniano, ruso, italiano, español, francés e inglés.