James Dean

Su verdadero nombre era James Byron Dean nació en Marion (Indiana) pero a los 5 años se trasladó junto a su familia a Los Ángeles. Sin embargo tras la muerte de su madre, su padre lo envió a la granja de sus tíos en Fairmount, lugar donde pasó toda su infancia.

Durante su adolescencia destacó en deportes como el baloncesto y el béisbol. Esta afición empezó a compaginarla con su amor por el teatro. A los 18 años se trasladó a Los Ángeles donde estudió en la Universidad de California.

Poco a poco empezó a conseguir pequeños papeles en cine y televisión, donde también trabajó en publicidad. Pronto se trasladó a Nueva York para estudiar interpretación en el famoso Actor's Studio.

Entre las humildes participaciones que hizo en el mundo del celuloide se encuentran las películas Fixed Bayonets, ¡Vaya par de marinos! y Has Anybody Seen My Gal?.

Fue en 1955 cuando todo cambió y su salto a la fama vino de la mano de Elian Kazan, el cineasta que le confió el papel principal de Al este del edén, papel por el que obtuvo su primera nominación al Oscar. Dean no acudió al estreno de la película, y fue días después cuando la visionó como un espectador más, en un pase cualquiera abierto al público.

La fama de Dean iba creciendo poco a poco siendo admirado por muchachas y envidiado por adolescentes. Pero su consolidación como ídolo de masas vendría con la cinta Rebelde sin causa, donde su personaje de Jim Stark, junto con su cazadora roja, fueron los culpables de su éxito.

En la cima de su carrera inició su último proyecto. George Stevens le contrató para que interviniera en Gigante, films centrado en una saga familiar ambientada en las explotaciones petrolíferas de Texas.

Pero jamás llegaría a terminar su labor en este largometraje, pues el 30 de septiembre de 1955 su Porsche Spyder ("El pequeño bastardo") se estrellaría contra un Ford conducido por un estudiante a gran velocidad.

A partir de ese momento, ese introvertido muchacho de Indiana, se convertiría en uno de los mitos más populares del mundo del celuloide, y quedaría imperecedero, en las retinas de millones de personas como ese muchacho rebelde, solitario e inadaptado que ha transmitido el sentimiento de libertad a decenas de generaciones.