Manuel Alexandre

Manuel Alejandre Abarca, conocido como Manuel Alexandre, fue un actor español que gozó del cariño de la audiencia de televisión y espectadores de cine españoles durante su larga trayectoria actoral.

Fue en eterno secundario del cine nacional, aunque siempre destacó con sus interpretaciones, a pesar de no ser, habitualmente, el protagonista de las producciones en las que trabajó.

En este sentido, destacan, sobre todo, sus roles desempeñados en grandes clásicos del cine español de los años 60 como ‘Plácido’ o ‘Atraco a las tres’, además de sus apariciones en series míticas como ‘Los ladrones van a la oficina’, emitida desde 1993 a 1995.

Manuel Alexandre quiso primero ser abogado, aunque tras comenzar la carrera de Derecho se lo pensó mejor y decidió que lo suyo era más el Periodismo. No obstante, la Guerra Civil interrumpió sus estudios y le permitió un pequeño “descanso” para recapacitar sobre sus sueños laborales.

Fue así como el simpático y entrañable Alexandre llegó a la conclusión de que lo suyo era el teatro y el espectáculo, algo a lo que solo se animó en 1945, cuando comenzó a trabajar como actor profesional en la compañía de Társila Criado y Jesús Tordesillas. Con ellos actuó en el Teatro Reina Victoria para después pasar a formar parte del Eslava y, más adelante, del Teatro Español.

Allí hizo grandes amigos que le durarían toda la vida, pero ninguno como Fernando Fernán Gómez, su compañero en el Teatro Español Universitario a quien estuvo unido hasta la muerte de este.

1947 fue el año de su estreno como actor de cine. ‘Dos cuentos para dos’, dirigida por Luis Lucia, fue la cinta afortunada de tal honor. ‘Bienvenido, Mister Marshall’, de Luis García Berlanga, la segunda. ‘Atraco a las 3’ vendría luego y con pan debajo del brazo para Alexandre, que además de firmar una de sus mejores actuaciones durante el rodaje encandiló a la bella Gracita Morales, con quien mantuvo durante un tiempo una relación sentimental.

Enumerar todos sus éxitos (profesionales, no amorosos) sería imposible; algo que quedó reflejado en 2003, cuando recibió el Goya Honorífico por su gran aportación al cine español.

Sus pasiones, además del séptimo arte, fueron la pintura, la literatura y pasar las tardes en el madrileño Café Gijón, donde acudía a tertulias culturales. Asimismo, y según sus palabras, “lo que más me ha gustado a mí de siempre son las mujeres y los percebes”.

Cientos de funciones de teatro y más de 300 producciones de cine quedan para el recuerdo, tras su reciente fallecimiento a causa de un cáncer.