Romy Schneider

Romy Schneider fue una actriz austriaca que gozó de gran popularidad en Hollywood, aunque su prematuro fallecimiento truncó su prometedora carrera como intérprete. Su nombre real era Rosemarie Magdalena Albach y fue hija de un austríaco y una alemana que se divorciaron al poco de nacer ella.

En su filmografía destacan grandes películas como ‘Sissí’, una cinta de 1955 dirigida por Ernst Marischka donde compartió rodaje con su madre, que hacía las veces de su progenitora en el que sería su debut cinematográfico.

Asimismo, ‘Sissí, Emperatriz’ y ‘El destino de Sissí’, rodadas en 1956 y 1957, le proporcionaron el reconocimiento de la crítica y el público internacional que, en adelante, recordaría a Romy Schneider por el sobrenombre de “Sissí”.

No obstante Romy Schneider firmó notables interpretaciones antes y después de esta trilogía. Así, en 1954 fue elegida por Kurt Hoffman para aparecer en la comedia musical ‘Sueños de circo’ y, entre otros, Marischka la escogió para formar parte del elenco de ‘Los jóvenes años de una reina’ y ‘La panadera del emperador’, de 1955.

Convertida ya en una estrella, a finales de los cincuenta intervino en otras películas como ‘Corrupción en el internado’ o ‘Christine’, donde conoció a Alain Delon, su partenaire. Sería el comienzo de una relación que llevaría a Schneider a mudarse a Francia; aunque su romance no duraría demasiado.

Ya en los sesenta, ‘El proceso’, ‘Bocaccio 70’, ‘Los vencedores’, ‘El cardenal’, ‘Préstame tu marido’, ‘¿Qué tal, Pussycat?’ o ‘La piscina’ le llevaron a trabajar junto a los más grandes, como Orson Welles, Luchino Visconti, Carl Foreman, Tom Tryon, Jack Lemmon, Dorothy Provine, Peter Sellers o, entre otros, Peter O’Toole.

De la década siguiente cabe mencionar entre sus mejores actuaciones las realizadas en ‘Las cosas de la vida’, ‘Ella yo y el otro’ o ‘El viejo fusil’, entre muchas otras.

Su matrimonio con Harry Meyen, con quien se había casado en 1966, tocó a su fin en 1975. Sería el principio del fin para Romy Schneider que solo unos años más tarde vería fallecer a su hijo, David, mientras este intentaba subir a una reja con puntas. Su ex marido se había suicidado en 1979, por lo que Romy se refugió en el consumo de alcohol y somníferos como única vía para olvidar su trágica vida.

Poco le importó que en 1977 hubiera nacido su hija Sarah, fruto de su segundo matrimonio, con su secretario personal. Así, no pudo evitar lo inevitable: un infarto cardíaco se llevó a la edad de 43 años.